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domingo, 14 de septiembre de 2014

HECHOS DE NUBES




El tema a escribir pasaba por el Agua y se me presentó presta aquella estrofa que dice:
“Tú y yo muchacha estamos hechos de nubes, pero ¿quién nos ata? pero ¿quién nos ata?”
que cantaba Pablo Guerrero en aquellos tiempos en que el tiempo era más ancho y aún quedaban primaveras… Ahora que llegó el otoño aunque luzca un sol inclemente de verano y la noche huela a jazmín pienso en qué habrá sido de aquella muchacha con quien compartí besos y sueños al compás de melodías que anunciaban que una fuerte lluvia iba a caer y que limpiaría al fin el aire gris y espeso de tantos años de casposa dictadura. Ha caído bastante desde entonces y algunos ya no están aquí para contarlo. Otros sí que estamos, pero no tenemos mucho que contar, o ganas de contarlo. El Tsunami que nos azota empuja al Todo vale y al Sálvese quien pueda, pero no, no vale todo y ya se sabe que en caso de naufragio hay un código ancestral que establece que las mujeres y los niños primero. Son verdades de siempre que hay que volver a enunciar porque hay mucha desmemoria y mucho canalla suelto.
No habrá paz para los malvados es el aleccionador título del terso thriller con el que Urbizu ganó los Goya. Pero el mensaje que instilan sus postreras imágenes es bastante más desazonador y más bien nos revela que no hay manera de que los malditos malvados nos dejen de una puñetera vez en paz. Y donde digo malvados incluyo a banqueros con prima y sin levita, capos de casino y del ladrillo, prelados pederastas, jueces marbelleros, eres que erres y gurtels de postín. Pandilla.
Lo más grave es que la insidia lo infiltra todo y donde menos te lo esperas, ay, salta la liebre o sale un ratón. Le llaman fuego amigo. A mí me pilló por sorpresa leyendo una crítica de libros en una revista de psicoterapia humanista a propósito de un texto reciente de Onfray sobre Freud. De Onfray y su ardor filosófico diletante nos podíamos esperar su tendenciosa escabechina del padre del psicoanálisis. Otras egregias cabezas rodaron antes y personalmente me traen sin cuidado las razones de su pasión jíbara. Del crítico de marras, un colega psi supongo, no. Y no porque a Freud no se le pueda criticar ¡faltaría más, por Tutatis!...sino por desde dónde y el lineamiento ideológico que destilan sus palabras. No es nuevo, por supuesto, más bien diría que es viejo, demasiado viejo.
Se entiende que Perls, psicoanalista en sus orígenes, en su proceso de redefinición profesional tuviera que “matar al padre” para alumbrar su nueva vía. Es la vieja senda dialéctica, que a la Tesis se le oponga una Antítesis para que a su debido tiempo nos nazca una linda Síntesis con un vigor renovado. Así progresa el conocimiento.
Llevo treinta años ejerciendo de psicoanalista y casi veinte impartiendo formación en psicoanálisis a los alumnos del curso de Psicoterapia Integrativa Clínica, mayoritariamente guestaltistas, y puedo decir con Heráclito que uno no se baña dos veces en el mismo río. Me he zambullido tantas veces en aguas tan diferentes, me he empapado del remanso y del movimiento en mi flujo por la continuidad que sé que somos sinergia creativa, fronteras nutricias de la diversidad. Pero esa diversidad comparte un hilo conductor franco. Entendemos la psicoterapia como un viaje hacia la verdad del sujeto, es decir, hacia la verdad de su deseo, y más allá de sus múltiples vicisitudes sabemos que en el núcleo duro de ese proceso nos habremos de enfrentar con un conflicto estructural, ese pulso constante entre la ley y el goce, lo que en castizo se dice “hecha la ley, hecha la trampa” y que Freud teoriza como complejo de Edipo. Tildarlo de coyuntura personal del vienés apunta a sonoro despropósito.
Recojo promoción tras promoción el reconocimiento agradecido de los que en las enseñanzas freudolacanianas encontraron las coordenadas para poder pensar al sujeto en clave brujular y escuchar su discurso como una corriente donde la verdad inconsciente se manifiesta como bengalas furtivas llenando de luz lo que era oscuridad.
Opino que linchar a Freud desde la Gestalt hoy en día está fuera de lugar y que es más bien un resabio añejo que huele a naftalina, a prejuicio rancio o a una lectura cuando menos bastante superficial, viejas ataduras invisibles soterradas bajo los ruidosos ecos de la posmodernidad. Pero ya vale. Hay que marcar, delgadas o no, algunas precisas líneas rojas. Delimitar cuáles son los márgenes a respetar para compartir o no una cierta mirada común. Y no olvidar que no hay nudo marinero que ate al agua, que las redes que nos apresan son imaginarias y que la vía de salida del síntoma es la palabra encarnada.
Y puestos a hablar de agua, que era el tema,
si como decía el poeta estamos hechos de nubes,
es de cajón que somos hijos de la lluvia…
alma de río… cuerpo de ola… destino de mar…
y sí, claro, semilla de nube… agüita amarilla…
…y vuelta a empezar.

                                                                                           
                                                                                     En Las Negras,solsticio de junio 2012
  

1 comentario:

  1. Hola Javier.

    He sido alumno tuyo en la formación de integrativa. Siempre he tenido muchas reticencias con lo freudiano, me parecía atractivo pero bastante farragoso.

    La introducción que haces en la formación me reconcilió con psicoanálisis. Primero leí "El día que Nitzche lloró" de Yalom que me ablandó y luego me metí en tierras más áridas con "Y antes de la droga, ¿qué?"

    Me sigue pareciendo complicado, no se si alguna vez profundizaré más en esta técnica, pero mi mirada hacia el psicoanálisis es mucho más amorosa que antes de conocerte.

    Lo que tu planteas en este post es una cosa que llevo observando desde hace un tiempo entre psicólogos: Descalificar otras técnicas o profesionales en favor de la que uno considera que es la mejor.

    Personalmente es una cosa que me produce indignación y mucha tristeza ya que considero que el respeto y la amplitud de mente es imprescindible en nuestra profesión: Si no se respetan las metodologías de nuestros compañeros de profesión, ¿Cómo vamos a respetar a nuestros pacientes?

    Saludos Javier

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