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lunes, 20 de junio de 2016

SOLSTICIO







Aunque ahora parezca increíble hubo un tiempo en que Kevin Costner era cool, o, para que no me llamen posmoderno, dejémoslo en que molaba cantidad. Era antes de que rodara bodrios como El guardaespaldas  o Waterworld y se le quedara cara, si no  de  batracio, sí  de medio anfibio, luciendo branquias bajo las orejas to  natural. Hay papeles que no  perdonan, que no tienen vuelta atrás. Pero  como  decía,  hubo un antes glorioso y fulminante desde su irrupción con Silverado,  ese decidido homenaje al  western clásico  con el que L Kasdan pilló con el  paso cambiado  al  mundo  cinéfilo,  pasando por su Elliot Ness con De Palma o su electrizante No  hay salida. Aunque nada comparable a  ese relámpago inolvidable que nos regaló sacándoselo de la chistera  que fue Bailando  con lobos. Strike!  O como  dicen en mi  tierra, arribar y  puar. Siete Oscar le concedió la Academia, incluidos los gordos, en su fulgurante bautismo como director. Nunca más. Tres pelis  añadió a su curriculum, siguiendo con la batracia antes mentada, que  lo  llevaron de  la cima a la sima. Pareciera un cruel castigo de  los dioses. O la vida misma.


Vale. Todo este prolijo preámbulo  para situar  en contexto a  K.C. y su BcL. Yo personalmente creo que los preámbulos son importantes. Son el primer contacto que uno  establece con el asunto,  y todos sabemos que  ‘el primer contacto’  va a marcar de forma sutil  o abrupta el  devenir  de esa relación en ciernes,  en este caso, entre lector y texto. Opera como un filtro. Así, por ejemplo, al lector indeciso que no le interese el cine, la intro anterior puede ayudarle a cambiar de plan y con un simple click pasar a otra cosa mariposa.
En realidad esto de escribir un blog tiene algo de contar un cuento. La diferencia  es que mis hijos escuchaban atentamente mi relato hasta el final (si la peque no caía dormida por el camino) y ustedes pueden pasar del cuento si no les sale a cuenta. No  problemo.

Si decidieron continuar y acompañarme  por esta senda de palabras, anticipo que no sé dónde lleva. Porque de  un tiempo a esta parte escribir se ha vuelto una experiencia azarosa donde el yo piloto  tiene una ocurrencia cargada de cierto magnetismo y… … … ¡ya se verá  qué da de sí!
Para ello  es preciso confiar en la resonancia significante y abrirse  a sus encantos, pero, a diferencia de la escritura automática de los surrealistas, no abandonarse ciegamente a sus reclamos, sino jugar con ellos.
Habría una idea popular muy extendida  que  piensa que abrirle la puerta al inconsciente  es  abocarse al sinsentido  y sus  estragos, una suerte de territorio satánico y de  orgía negra. Bebe de la tradición romántica que rebelándose contra el paradigma de la Razón cartesiana y de sus acólitos neoclásicos, tan apolíneos  ellos,  reivindican con furia el territorio de la pasión, la tormenta de las  pasiones, ámbito donde reina la oscuridad  de la noche frente  a la  claridad del  día. Y en la oscuridad  de la noche de un verano que parecía invierno, en Villa Diodati,  junto  al  lago Leman, la flor y nata del romanticismo, (Byron y Shelley, en realidad  Mary S. y Polidori), una  pandilla de protohipys, dieron a luz a sus inmortales criaturas  de horror y  pesadilla, el vampiro y el monstruo, franquicias del terror de masas dos siglos después.

Como decía, la imaginería popular haría de estas figuras la encarnación de sus pulsiones más inconfesables y como tales, las más temidas, sepultadas en las profundidades de su alma. Ese lugar oscuro y  secreto vendrá a ser la semilla del famoso subconsciente, término  que recogerá Freud en sus primeros trabajos para dar cuenta de una actividad psíquica más allá de la conciencia y que abandonará pronto para sustituirlo  por el de inconsciente, con el que remarca su condición de negatividad respecto de  la conciencia y a su vez se desmarca del glosario popular. A día de hoy es un indicador infalible para situar a nuestro interlocutor y su grado  de conocimiento de la obra freudiana. Tan contundente como decir furboneta. No engaña.

Metidos ya en faena es un buen momento para limpiar alguna que  otra telaraña. Por ejemplo, dejar  claro que no  es lo mismo inconsciente que ello, por más que una cierta pereza teórica llevara a asimilarlos tras formular Freud su segunda tópica,  ya saben, su segunda configuración del aparato psíquico, constituido por tres instancias: Ello, Yo y Superyo, a  distinguir de la primera tópica y sus  tres  sistemas: Inconsciente, Preconsciente y Consciente.

El error vendría  de pretender sustituir una por otra y confundir sistemas con instancias. No es mi intención desgranar las diferencias, sólo señalarlas.  Porque esa diferencia es capital para poder entender las dos acepciones del término Inconsciente: como adjetivo,  aplicable a las instancias,  y como sustantivo,  referido al sistema homónimo. Es este  último al  que nos referiremos cuando hablemos del “Inconsciente”.

Y si hablamos antes de la  acepción  popular  del  Inconsciente como territorio del ‘sinsentido’ y sus estragos, ahora toca ya aclarar, aunque  pueda resultar decepcionante para los más  románticos, que el  inconsciente no  es ajeno al  sentido, antes al contrario, que  está atravesado por él,  aunque obvia decir que no  estamos  hablando del sentido común si no de un ‘otro’ sentido, la otra escena  que diría Freud, compuesta por  el  conjunto de las  representaciones reprimidas. Y ahí pululan revueltas y disfrazadas las interminables sagas deseantes de los culebrones neuróticos.  Constituirá la base de la que  llamamos clínica del deseo.

A distinguir de  esa clínica por fuera del sentido, ésta sí, ajena a él, que en lacanés vienen  a llamar clínica de lo  real y  que yo prefiero llamar clínica de la pulsión

Y de repente  me  saltan  todas las alarmas…¡quillo! ¿dónde  vas? Unos cuantos pueblos te has  pasado. ¡Que esto no es el seminario! ¡que el curso se  ha acabado!  ¡que es el blog en zapatillas! y que el veranito está aquí y yo con estas pantuflas, ¡me da calor solo pensarme!  Urge  una  matrixmorfosis… … …3, 2, 1  Alehop!

¡Ya está! Habemus chanclas. Los que no  le hayáis dado al click y hayáis llegado hasta aquí, gracias por vuestra paciencia y vuestra confianza. Ha sido un curso largo.
Disculpad la traca. Huele a Hogueras. Es tiempo de pirarse. Las Negras  me esperan.  Feliz solsticio.


                                                                        Mamouna, 20 de junio de 2016